TERCER LADO, CULTURA DE MEDIACIÓN Y GESTIÓN DE CONFLICTOS EN LA POLÍTICA CHILENA.
Felipe Viveros*
El tercer lado, enseña Ury, no es un individuo trascendente o una institución dominante, sino la voluntad emergente de la comunidad, un impulso que surge de las relaciones vitales que unen a cada miembro de la comunidad con cada uno de los otros y que está lejos de la prescindencia o de una falsa neutralidad.
El domingo 4 de julio fuimos partícipes de uno de los actos más significativos de la historia reciente de Chile: la instalación de la Convención constituyente que redactará y propondrá al país una nueva constitución. Este inédito proceso político y social se puede leer también como el intento de acordar con la mayor legitimidad posible las reglas fundamentales de la convivencia política sobre valores que todos parecen apreciar y dispuestos a renovar en el particular momento histórico que vivimos y que están transversalmente presentes en el discurso público, como el diálogo, la participación, la inclusión, la paz social, entre varios otros de máximo relieve.
Por diversas razones, para la instalación de la Convención se estableció una cabeza “técnica” que, como ministra de fe, dirigiera el acto y procediera con las formalidades para que los convencionales, aun no constituidos, se constituyeran formalmente como Convención con sus propias autoridades, reglas y agenda. Para simbolizar la continuidad del Estado en ese acto que representaba un cambio profundo en la marcha de nuestras instituciones no estuvieron presentes los poderes constituidos, sino que debió actuar una figura vicaria, de jerarquía modesta y casi desconocida, que en el papel parecía intrascendente y mero signo de neutralidad. Esta función recayó en la secretaria relatora del Tribunal Calificador de Elecciones Carmen Gloria Valladares.
El momento de la instalación estaba transido por la incertidumbre y temores de lo nuevo y complejo, de lo no suficientemente regulado y, sobre todo, de la grave conflictividad latente. Comparecían en la escena física y simbólica del ex Congreso las evidentes diferencias e, incluso, crispaciones, entre sectores de diversas posiciones políticas, ideologías y sensibilidades. Se produjo, entonces, el momento crítico inicial con la audición del himno nacional interferido por consignas de protesta y, luego, la denuncia de represión y violencia policial ante quien encabezaba el acto.
Nos equivocaríamos profundamente si minimizáramos la función servida por Carmen Gloria Valladares o estimáramos que por meros intríngulis normativos le tocó cumplir un rol puramente burocrático. A la luz de su desempeño, ella fue una figura que estuvo a la altura de las circunstancias actuando como “tercer lado” en una jornada que comenzó muy difícil y que finalmente alcanzó satisfactoriamente su objetivo.
¿Qué queremos decir con “tercer lado”? Para enfrentar y procesar productivamente a los conflictos que se nos presentan en los diversos ámbitos de la vida, desde la familia, el trabajo, las comunidades y organizaciones, hasta la política, el Estado y las relaciones internacionales, se requiere valor, preparación, habilidad, creatividad y coordinación. William Ury, un autor importante en resolución de conflictos acuña la expresión “tercer lado” para referirse a una forma de ver los conflictos que nos rodean no solo desde las partes -“parcialmente”-, o sea de un lado o del otro, sino desde una perspectiva más amplia y comprensiva: la de la comunidad que los circunda. Cualquiera de nosotros puede asumir el tercer lado en cualquier momento, en sus diversas relaciones en la comunidad. El tercer lado, enseña Ury, no es un individuo trascendente o una institución dominante, sino la voluntad emergente de la comunidad, un impulso que surge de las relaciones vitales que unen a cada miembro de la comunidad con cada uno de los otros y que está lejos de la prescindencia o de una falsa neutralidad. El tercer lado tiene el poder de la gente y la fuerza de la opinión pública más sabia, usa el poder de la persuasión y la convergencia para influir sobre los participantes apelando sobre todo a los intereses de ellos mismos y a las normas de la comunidad. Sin estridencias, el tercer lado le dice “no” a la violencia y “sí” al diálogo.
Este tercer lado puede concretarse en diferentes roles: suelen asumirlo quienes ejercen labores de enseñanza, otros como ‘constructores de puentes’, facilitadores de la participación o recomponedores de relaciones deterioradas; también como mediadores de intereses, e, incluso, como testigos, vigilantes o árbitros formal e informalmente.
Los atributos exhibidos por la secretaria Valladares -y también por varios convencionales que se mostraron activos en la resolución del episodio comentado- representan rasgos que encarnan el referido “tercer lado” en la gestión de conflictos políticos. Actuar a la vez con firmeza, transparencia y empatía, co-laborando en propósitos comunes, aunque sobre los cuales legítimamente pueda tenerse puntos de vista diferentes, ilustran la acción de un “tercer lado” que, sobre todo, busca la co-construcción satisfactoria del espacio común. Al efecto, podemos apreciar que la secretaria mantuvo la serenidad sin sobrerreaccionar, escuchó atentamente y actuó con flexibilidad y buen criterio, recabó información de distintas fuentes (mando de Carabineros y veedores del Instituto Nacional de Derechos Humanos), además de solicitar, en una coyuntura de desorden, que algunos convencionales chequearan y le informaran de modo fidedigno la situación. Mantuvo el control de lo programado sin olvidar que no era ella la protagonista de la jornada, ayudando a asegurar el objetivo que, no cabe duda, esperaban también los convencionales y todo el país que observaba por televisión, esto es, dar cumplimiento al mandato de instalar la Convención y no frustrar el buen resultado de una convocatoria histórica. De este modo, realizó a cabalidad su cometido -puramente “técnico” en el papel-, incluso ofreciendo con sencillez -y con exitosa recepción- su colaboración más allá de donde terminaba su función, ganándose la confianza de la más heterogénea asamblea política reunida en Chile.
Este modo de actuar no es frecuente en nuestra cultura política y tampoco en ámbitos de la vida cotidiana cuando se juegan posiciones e intereses contrapuestos. Es usual que en la forma de abordar y resolver los conflictos predominen actitudes unidimensionales, dogmáticas o de pura imposición de poder, incluso violentas, desde el lenguaje hasta las acciones. Sin embargo, lo que queremos relevar aquí es que también surgen y se desarrollan con luminosa fuerza otros modos de enfrentar los conflictos que, sin necesidad de recoger formalmente la idea de “tercer lado”, encuentran su concreción en agentes que actúan desde la aceptación del otro/a procurando el diálogo, la colaboración, la negociación integrativa de intereses y el entendimiento. También podemos llamar a todo esto, sin riesgo de reducir las ideas, una cultura mediadora, especialmente necesaria para tiempos en que toda mediación política tiende a hacerse insatisfactoria.
La secretaria Valladares y varios convencionales se movieron en la jornada del 4 de julio con una cabal actitud mediadora que permitió reencauzar la sesión y asentar su desarrollo tomando en consideración lo que estaba sucediendo en la calle y asegurándose, para reiniciarla, que se recuperaban las condiciones necesarias, escuchando y concordando más que litigando o imponiendo. Nos parece que estos ejemplos son positivas lecciones para fundar las reglas, instancias y métodos de aproximarse a la discusión constitucional y también para la actividad política del día a día, usando los recursos adecuados para una óptima gestión de las diferencias, la búsqueda de acuerdos y la toma de decisiones democráticas.
*Felipe Viveros es abogado y mediador, profesor en la Universidad Bolivariana y en la Universidad de Valparaíso, integrante del Colegio de Mediadores de Chile.
CARMEN ANTONIA CIRIGLIANO
says:Felipe, su excelente resumen de los hechos acaecidos con motivo de la Convención Constituyente en vuestro país, los distintos escenarios donde privaron todo tipo de fracciones, opiniones, situaciones y climas adversos pero no obstante, fueron sorteados uno a uno sin descuidar ninguno, son un claro ejemplo que con sencillez y ganas de llevar a cabo la tarea encomendada se puede llegar a resultados satisfactorios para todos los ámbitos de la sociedad que desea ser oída y tenida en cuenta su opinión en una nación democrática.