ENTREVISTA ROSSANA GARAY PARRA

 

Rossana Garay Parra, Asistente Social de la P. Universidad Católica de Chile (P.U.C.). Capacitada en Mediación en cursos impartidos por la Fundación Libra de Argentina en el año 1995. Diplomada en Mediación Familiar en la Escuela de Trabajo Social de la P.U.C. de Chile. Magíster en Psicología Clínica, Estudios Sistémicos Avanzadas de la Familia y la Pareja en la Facultad de Psicología de la Universidad Alberto Hurtado, en alianza con el Instituto Chileno de Terapia Familiar. Profundiza su formación en mediación en variados cursos impartidos por el Instituto Chileno de Terapia Familiar y en Argentina.

Mediadora Familiar inscrita en el Registro de mediadores familiares del Ministerio de Justicia.
Socia fundadora del Colegio de Mediadores de Chile A.G.
Ha formado parte del equipo docente del “Diplomado de Especialización en Mediación Familiar” y del “Magíster Trabajo Social y Familia” de la Escuela de Trabajo Social de la P. Universidad Católica de Chile en forma estable, y ha impartido clases en Diplomados, Postítulos y Magíster en Mediación y Resolución Pacífica de Conflictos en la Escuela de Derecho de la Universidad Católica del Norte, Escuela de Derecho de la Universidad Diego Portales, Facultad de Psicología de la Universidad Mayor de Temuco, Universidad Católica Silva Henríquez, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Andrés Bello, Universidad del Pacífico y en programas de capacitación dirigido a mediadores familiares licitados. Asimismo ha sido tutora en programas de pasantía de entrenamiento de mediadores familiares de la Universidad Diego Portales y de la P. Universidad Católica de Chile. Ha participado como ponente en Congresos y Seminarios nacionales en temáticas específicas relativas a la mediación familiar.
Ejerce la mediación familiar desde el año 1997. Formó parte del equipo del Proyecto Piloto de Resolución de Conflictos Anexo a Tribunales del Ministerio de Justicia de Chile. Elaboró y dirigió el Proyecto de Mediación Familiar de la Fundación de Asistencia Social y Legal de la Familia en la comuna de La Florida en ciudad de Santiago. Participó en el proyecto piloto de Mediación Penal de la Universidad Diego Portales y Fiscalía Centro Norte. Socia y Mediadora del Centro de Mediación y Atención Socio Jurídico Andalue Limitada. Mediadora Escolar en la Superintendencia

1.- ¿En qué momento  de su vida estaba y cuáles fueron las motivaciones y expectativas  personales para abrazar la mediación  como un método alternativo de resolución de conflictos?

Responder esta pregunta hace que me remonte a 1994. Vino la psicóloga Florence Kaslow desde Estados Unidos, invitada por la Universidad de Chile, y nos conversó de la mediación familiar específicamente, y del rol del mediador como voz de los hijos (niños, niñas y adolescentes) en los procesos de crisis de la separación de pareja de sus padres. Es decir, el mediador actuando para que los hijos sean visibilizados por los padres, con sus necesidades emocionales, sus percepciones y sus requerimientos materiales y psicológicos, cuando están enmarañados en sus conflictos, dolores y rabias del quiebre de la relación sentimental entre ambos.

Mi acercamiento fue desde el ámbito familiar, pues constituía mi área de desempeño profesional, de modo que desde allí se gestó mi sensibilización frente a la mediación. Después de recibir una capacitación que realizó la Fundación Libra de Argentina y de cursar el Diplomado de Mediación Familiar en la Universidad Católica, el primero impartido en Chile, tuve la oportunidad de trabajar en el Programa Piloto de Resolución de Conflictos Anexo a Tribunales de Menores de la Subsecretaría de Justicia, y desde ese espacio fui acumulando experiencia, adquiriendo reflexividad en el desempeño de la especialidad, siendo parte de un equipo profesional de primer nivel. Todo ello en el contexto de aportar a la discusión parlamentaria para la reforma cuando aún no existían los Tribunales de Familia, pues eran parte de los proyecto de ley de entonces. Así fue durante 10 años o más, hasta que tuve oportunidad de trabajar en su aplicabilidad en la resolución pacífica de conflictos, también, en el ámbito laboral, penal y escolar.

Lo que más me ha apasionado de la mediación tiene que ver con el hecho de propiciar espacios de conversación entre las personas, de que se den el tempo, y de observar cómo se va transformando el clima y la actitud de cada uno, pudiendo empatizar uno con el otro, y ser protagonistas de sus propias vidas. Es maravilloso ver esa transformación, ese paso de la rabia o del miedo a la calma, del sentimiento de indefensión a sentir que pueden resolver y que lo hacen, de estar a la defensiva a sentirse seguros y colaborar, de desconfianza o confusión hacia el confiar y tener claridad para tomar decisiones con el otro.  Y aunque no lleguen a acuerdo, pues aún así, las personas se quedan con la satisfacción de haber podido expresarse, de conocer lo que piensa el otro, y de ser escuchados.

 

2.- ¿Según usted, qué cualidades y aptitudes debería tener un buen mediador/a?

Un mediador o mediadora aprende que requiere tener mucha paciencia, para no apresurar los procesos, para darse el tiempo interno de discernir y saber mirar, para seguir la danza que las personas hacen en el proceso conversacional cuando están en conflicto, pues querrá que aprendan a dar nuevos pasos que les sean útiles en su baile y no se tropiecen, y ello requiere que sintonices con sus ritmos. Y en simultáneo tiene que ser asertivo, atento con todos los sentidos a lo que está ocurriendo, para reaccionar oportunamente, en forma reactiva como dicen Bush y Folger, pues hay momentos en que puedes potenciar los cambios aprovechando los recursos que las mismas personas ponen a disposición, pero que muchas veces no los alcanzan a ver.

 

Un mediador debe ser un profesional reflexivo y crítico de su propia práctica. Si bien es cierto un mediador debe contar con referentes teóricos del ámbito en que se desempeña (familia, penal, escolar, comunitaria, laboral y otras), de conflicto, comunicación, de otros, y de la mediación, que guían su acción, no puede sostener procedimientos estandarizados con las personas. Toda mediación es una novedad, de modo que es necesario que el mediador reflexione su conocimiento, reflexione acerca de lo que está haciendo cuando está conduciendo un proceso de mediación, como dice Donald Shön; e ir fortaleciendo esa reflexión con nuevos saberes teóricos. Es un proceso recursivo.

 

3.- ¿Un buen Mediador nace o se hace? Por favor argumente su respuesta.

Pienso que un buen mediador se hace, asume un proceso constante y responsable de formación y reflexión de su quehacer. Sin embargo, tengo la impresión que también es necesario que en su ser traiga una materia prima que es con la que se nace o que recoge de su experiencia vital. Muchos acceden a una buena formación, pero si no tiene esa materia prima, el mediador no termina de construirse bien. En mi experiencia docente y de tutora en procesos de pasantía y entrenamiento, a veces me ha pasado que el profesional pasante concluye que la mediación es una bella profesión, pero que no tiene “pasta” para ser mediador.

 

4.- ¿Sigue usted algún método diferente a los ya existentes en mediación?

He tenido la fortuna de desempeñarme en distintos ámbitos de la mediación, y diría que los pilares o la estructura es la misma en todos ellos, pero sin duda que cada ámbito te exige énfasis específicos y los contenidos de aquélla estructura los va dando la especificidad de los temas y dinámicas relacionales entre las personas y con el contexto. Lo que he aprendido es que hay que escuchar, observar, no apresurar los ritmos, apreciar lo que se te muestra, e ir leyendo lo que te van mostrando sin que exista ninguna predisposición personal ni teórica de tu parte. La teoría ponerla al servicio de la lectura de lo que las partes te muestran. Uno explora, y solo después de sucumbirte en lo de ellos, empiezas a elegir los métodos para ponerlos al servicio de las personas, siendo cuidadosa y rigurosa en seguir los principios de la mediación y en la elección de tus estrategias para la conducción del proceso. Me entrego, sintiéndome sustentada en mis conocimientos, experiencia, y en mi capacidad de sintonizarme con cada uno y con ambos, y con los afectados, y en mi creatividad y toda mi buena intención de colaborarles.

 

5.- ¿Ha participado en algún proceso de mediación que le haya despertado eco o resonancias personales?

Sí, claro, en más de una ocasión. En temas distintos y con distinto nivel de intensidad. Cuando me ha ocurrido, la reflexividad de lo que hago me ha servido mucho, distinguiendo qué es lo mío y qué es lo de ellos. Sin duda, en dichas ocasiones el equipo ha sido relevante, pues es necesario elaborar lo que te ocurrió para visualizarlo y hacerte cargo. Es parte del trabajo de la persona del mediador, ese mismo aprendizaje personal es lo que también contribuye a pulir tu capacidad de conducción centrándote en tu labor mediadora, integrando mi ser, con lo que sé y con lo que hago..

 

6.- ¿Cuáles son y fueron los principales apoyos para su desarrollo personal?

En esta aventura mi familia fue mi principal apoyo, creo que mi entusiasmo fue convincente para ellos, mi esposo y mis tres hijos. Claro que también fueron los que me enseñaron que no podría ser mediadora en mi propia familia, sino que era – y soy – la mamá y la esposa, pero no mediadora. Y también mi equipo, el histórico y los posteriores, que son mis amigos también.

 

7.- ¿De qué mediador ha aprendido sobre mediación?

Mucho de mi equipo, de cada uno, con el que estuve en el Programa de Resolución de Conflictos Anexo a Tribunales, y del Andalue. De mi primera maestra Pierrette Brisson, una trabajadora social, mediadora canadiense, de quien aprendí las primeras bases fundamentales de la mediación familiar. Y no puedo dejar de mencionar a Marinés, que ha sido mi gurú, apoyadora y gran maestra.

 

8.- ¿Es necesaria la formación continua en el mediador?

De todas maneras. Uno se la puede proporcionar con el estudio permanente a través de textos y artículos, con la discusión del equipo, reflexionando los desafíos que anteponen las mediaciones y aprendiendo de lo que hace tu compañero. Es cierto que hoy no hay mucha oferta de formación para profundizar, pues se ha quedado en los Diplomados, Postítulos y Magíster, pero eso no es suficiente, es necesario profundizar, detenerse reflexivamente en la lectura, visualizar cómo la aplicas en tu quehacer en la sala. Puedes armar grupos de estudio que te ayuden a mirarte y colaborarle al otro para detenerse críticamente en lo que haces, y explorar en temáticas específicas que despiertan tu interés por las situaciones que abordas en mediación. En los seminarios hay mediadores que han señalado temas de interés, como la participación de los niños y adolescentes en mediación, profundización en un modelo en particular y sus técnicas, el componente emocional del conflicto y la conducción del proceso de mediación, en fin.

 

9.- ¿Qué consejos le daría a un recién egresado en mediación?

A mis alumnos de Diplomados y Postítulos siempre les recomiendo iniciar el desempeño en mediación en co-mediación, que elijan a un partner con quien se sientan bien y tengan sintonía para conducir en conjunto las mediaciones, y se apoyen como dupla de aprendizaje. Y lo otro que se continúen formando, que estudien y relean los textos, los discutan, y vuelvan a leer cuando estén en ejercicio, pues se darán cuenta cómo le resonarán de una forma más enriquecedora lo que dicen los autores. Así lo experimenté y me ha servido mucho; es efectivamente lo que hacemos cuando preparamos las clases, vamos descubriendo nuevas cosas y es lo que entregamos a los profesionales que se forman en esta especialidad.

 

10.- ¿Que le falta a Chile para tener una mediación con tanto prestigio   como la de Argentina?

No tengo suficientes elementos para hacer una comparación con la mediación en Argentina. Lo que sí puedo decir es que en nuestro país aún existe la tendencia de delegar en otros la resolución de los conflictos, es algo que se aprende desde niños y lo vemos, por tanto, en los adultos. Cuando otro te hace algo que no te gusta, vas y lo acusas, esperando que el adulto resuelva el tema, y puedes quedar contento con el resultado o pensar que es injusto, y es algo que también se ve como tendencia en los adultos cuando acuden a la autoridad para resolver el problema. Deberíamos integrar las bondades de la mediación en la formación a todo nivel y en todo ámbito. La actitud mediadora se forma y se vive, se aprende y se internaliza como forma de vida. Eso significa incorporar la mediación en la formación de los educadores, en los programas de convivencia escolar, en la formación complementaria de los profesionales.

En los sistemas que ya tenemos en funcionamiento en nuestro país, también tenemos desafíos para mejorar la formación y entrenamiento de los profesionales, la supervisión del desempeño de los mediadores, difusión de está vía de resolver las desavenencias y otros.

Lo que no tenemos que dejar de hacer es asistir a seminarios, jornadas y/o congresos en que conozcamos las experiencias de otros profesionales, en otros ámbitos, en otros países, tener espacios de discusión, etc., es una forma de mantener viva la mediación, y es algo que energiza a los profesionales.

 

 

 

 

 

 

Rossana Garay Parra

 

 

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1 comment

  1. pamela muñoz cuadra
    says:

    Me encanta la profe Rossana, es seca!! a seguir caminando este dificil camino siguiendo los consejos de esta maestra.

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