Destacada Abogada Marcela Fernández, Universidad de Valparaíso (1993), Executive Master en Estudios Avanzados en Mediación y Negociación (Institut Universitaire Kurt Bösch, Suiza /APEP Argentina), Magíster en Gestión Jurídica de las Empresas (U. de Valparaíso), Diplomada en Mediación (PUC Santiago). Socia fundadora del Colegio de Mediadores de Chile. Se ha especializado desde 1995 en Mediación, Negociación y Facilitación con docentes extranjeros (USA, Canadá, España, Argentina). Realizó pasantía en España en sistemas de Mediación Familiar, Comunitaria, Penal Adultos y Penal Juvenil (Ministerio de Justicia, Generalitá de Catalunya, Universidad Carlos III de Madrid
1.- ¿En qué momento de su vida estaba y cuáles fueron las motivaciones y expectativas personales para abrazar la mediación como un método alternativo de resolución de conflictos?
Había iniciado hace poco tiempo mi carrera profesional como abogada en la Sección Familia de la Corporación de Asistencia Judicial, me titulé en 1993 y ese mismo año ingresé a la CAJ, tenía 25 años de edad. En el año 1995 un grupo de profesionales jóvenes de la CAJ fuimos seleccionados para participar en un Curso de Técnicas y Destrezas en Mediación financiado por la Agencia para el Desarrollo Internacional de USA en convenio con el Ministerio de Justicia. El curso fue dictado por la Fundación Libra de Argentina y tenía tan solo 42 horas, pero esas pocas horas fueron suficientes para adquirir la convicción que deseaba dirigir mi desarrollo profesional en esta nueva dirección. La mediación en mi vida fue amor a primera vista, ya que desde ese momento todas mis decisiones laborales y de formación estaban dirigidas a desarrollarme como mediadora.
El pequeño grupo de profesionales que en esa época optamos por esta labor profesional, estábamos ávidos de aprendizaje, en esos años no existían programas académicos de mediación, por tanto hicimos el aprendizaje del oficio en múltiples talleres dictados por mediadores extranjeros que fueron ampliando nuestra mirada desde su experiencia, con diversos enfoques metodológicos y técnicos que enriquecieron nuestra práctica. Tuve la suerte de iniciarme como mediadora profesional al poco tiempo después de haber recibido mi primera formación, en el año 1996 en el Centro de Mediación de la Corporación de Asistencia Judicial de Valparaíso, desafío que ahora mirado con la perspectiva del tiempo, fue temerario, considerando la escasez de herramientas que en esa época disponía para afrontar esa tarea. Pero la inocencia de la ignorancia no dio lugar al temor, siendo una ventaja para atreverse, explorar y finalmente, aprender en el proceso.
Mis motivaciones para abrazar el ejercicio profesional como mediadora fueron bien idealistas, yo diría casi románticas. Tenía una sensación muy nítida que había encontrado un ideal que estaba más allá de la justicia, una forma de resolver conflictos que se ponía una meta más alta que la simple adjudicación, que era la pacificación. Reafirmó mi vocación el sentir que en muchos casos lo que hacía realmente ayudaba a las personas, que ambas partes en la mediación expresaban satisfacción y gratitud, que era posible superar el conflicto de manera menos traumática y más constructiva, que la mediación tenía el potencial de hacer una diferencia en la vida de las personas y yo podía ser una aporte en esa experiencia significativa.
También definió mi vocación el valorar a la mediación como un espacio social que expresa, como ningún otro, un profundo respeto por la individualidad de cada ser humano. La mediación involucra a las personas en el ejercicio más auténtico de la libertad, en el cual la consistencia con los valores que cada uno profesa y la consecuencia con las decisiones de vida son desafíos inevitables.
Respecto de las expectativas, en ese momento no tenía en mente grandes proyecciones laborales, ya que la disciplina estaba muy poco desarrollada en Chile y era más bien un campo nuevo en exploración, lo atractivo precisamente era la sensación de ser parte de un grupo de pioneros. Por ello siempre agradecí las oportunidades profesionales y académicas que se me fueron presentando tempranamente las cuales consolidaron mi opción profesional en esta especialidad.
2.- ¿Según usted, qué cualidades y aptitudes debiera tener un buen mediador/a?
Desde una perspectiva más general, considero que un buen mediador debería haber alcanzado un cierto grado de desarrollo personal, tener medianamente controlado el ego y haber aceptado que no existe la verdad. Como cualidades creo que son necesarias la sensibilidad, la paciencia, la humildad, la honestidad, la capacidad empática y compasiva, la apertura hacia la diversidad, la reflexividad, la capacidad de autocrítica y de autoperdón, y la autocontención emocional. Como aptitudes o recursos que se pueden adquirir y entrenar, puedo mencionar la neutralidad, la escucha activa, la asertividad, la expresividad comunicativa y discursiva, y la aptitud analítica y estratégica.
3.- ¿Un buen Mediador nace o se hace? Por favor argumente su respuesta.
Creo que esta pregunta la he respondido ya, puesto que un mediador nace y también se hace, en el sentido que algunas personas nacen con ciertas características de personalidad que les hacen más fácil asumir el rol de mediador y con el cual inmediatamente se sienten cómodas, y también se pueden desarrollar ciertas aptitudes y recursos con una buena formación para ejercer el rol adecuadamente. Es indudable que cuando se tiene el perfil mediador y la formación es de calidad se logra el óptimo profesional.
4.- ¿Sigue usted algún método diferente a los ya existentes en mediación?
No considero que sea un método diferente, pero en mi experiencia he ido integrando los diversos modelos de mediación para abordar cada caso según la naturaleza del conflicto y la complejidad que se presenta como desafío de intervención. Creo que los mediadores debemos estar formados en las técnicas de los diferentes modelos y conocer la forma en que nos pueden ayudar a conseguir los objetivos de la mediación en cada caso.
5.- ¿Ha participado en algún proceso de mediación que le haya despertado eco o resonancias personales?
Aunque parezca raro, llevó mediando más de veinte años, en diversos contextos conflictivos, y solo recuerdo un caso en el cual debí retirarme de la mediación por sentir que la historia de las partes estaba resonando con un pasaje de mi propia historia. Pero recuerdo más casos, no muchos, en los cuales he debido hacer el autoanálisis respecto de estar perdiendo la neutralidad, y en unos tres o cuatro les he comunicado a las partes que debo retirarme del proceso por considerar que no puedo seguir siendo imparcial. Recuerdo un caso que luego de hacer esta declaración, las partes me pidieron que no me retirará y finalmente llegamos a un resultado positivo para ambos.
6.- ¿Cuáles son y fueron los principales apoyos para su desarrollo personal?
Considero que en mi desarrollo personal en el área de la mediación fue muy importante haber trabajado en equipos de profesionales mediadores, en los cuales mis compañeros fueron soporte técnico y apoyo emocional. Por otra parte he tenido la suerte durante estos años de haber recibido la enseñanza de mediadores con mucha experiencia y de gran generosidad, que me permitieron ampliar mis enfoques técnicos y adquirir confianza en mi rol profesional.
También ha sido un gran aporte el asumir el desafío temprano de formar mediadores, ya que la docencia obliga a pensar la práctica, sistematizar los conocimientos y realizar procesos de integración.
7.- ¿De cuál o(es) mediadores/as aprendió sobre mediación y dejaron huellas en su formación?
Como ya he contado, al inicio los mediadores más antiguos nos formamos a través de diversos cursos y talleres centrados en la adquisición de destrezas y en la transferencia de experiencia práctica, los cuales fueron dictados por mediadores de otros países. Lamentablemente este tipo de cursos que tienen una mayor intensidad de aprendizaje práctico casi ya no se dictan en Chile puesto que solo los Postítulos otorgan puntaje en los procesos licitatorios en el ámbito familiar que es el que tiene una mayor cantidad de mediadores activos. Si bien con estos cursos había alcanzado más de 200 horas de formación, posteriormente, cursé un Diplomado de Mediación y en el 2011 integré mis conocimientos en un grado académico, cursando una Maestría de Negociación y Mediación, indispensable para el trabajo académico.
Haciendo un balance, estimo que los aprendizajes más importantes en mi formación como mediadora los obtuve precisamente de estos cursos y talleres con mediadores, en los cuales se trabajaba aspectos teóricos y prácticos en jornadas de ocho horas diarias por una semana, eran verdaderos “claustros de mediación”.
Recuerdo a mis primeras profesoras de la Fundación Libra en el año 1995, argentinas pioneras de la mediación, me abrieron la ventana a la resolución colaborativa a partir del concepto de integración de los intereses; a Dina Jansensen, mediadora familiar y comercial de USA, con quien aprendí a superar situaciones de estancamiento y la importancia de los intereses intangibles; por supuesto a Marinés Suares, quien es mi madre sistémica, con la cual aprendí el enfoque comunicacional de la Escuela de Palo Alto y la Teoría de las Narrativas, entrando en el mundo de la transformación de los significados; a Gachi Tapia, quien me enseñó el potencial de las técnicas colaborativas para trabajar el consenso en conflictos sociales, a Joseph Redorta, mediador español con quien aprendí a leer el poder en la dinámica del conflicto y las formas de afrontar el escalamiento, a Jean Paul Lederach de quien aprendí los desafíos de la construcción de paz en imaginarios de enemigos. No puedo dejar de mencionar a William Ury, mi único gurú, con el cual no he tenido la suerte de compartir procesos formales de aprendizaje, pero si tuve la oportunidad de escucharlo en Buenos Aires hace un tiempo atrás en una conferencia referida al concepto del “Tercer Lado en el Conflicto” que desarrolló en su Iibro “Alcanzar la Paz. Diez Caminos para Resolver conflictos en la casa, el trabajo y el mundo”, el cual recomiendo a todo aquel que ande buscando una fuente de inspiración en el camino de ser mediador. Por todos ellos y por otros mediadores que no he mencionado de los cuales aprendí mi oficio siento enorme gratitud.
8.- ¿Es necesaria la formación continua en el mediador? Argumento su respuesta por favor
Considero que la formación continua es muy necesaria puesto que permite renovar y profundizar los conocimientos en diversas áreas, promoviendo la especialización de los mediadores. Lamentablemente en Chile este concepto no tiene recepción en el sistema de mediación. Los incentivos actuales del sistema de mediación familiar, que es el que genera mayores espacios laborales para la profesión, están en la formación de postgrado, la cual tiene un alto costo y es de mayor duración, excluyendo el perfeccionamiento mediante cursos de especialización. Considero que se debería seguir el modelo argentino, en el cual la formación continua es obligatoria para mantenerse en el registro de mediadores, y existen instituciones certificadas para ofrecer formación en mediación con el objeto de cumplir esta exigencia, la cual puede ser en uno o varios cursos según la cantidad de horas.
9.- ¿Qué consejos le daría a un recién egresado en mediación?
Es difícil dar consejos, solo les diría que no pierdan su interés por seguir aprendiendo, y mantengan su motivación. Creo que es positivo que se integren al Colegio de Mediadores ya que es un espacio propio de la profesión para compartir experiencias y resolver inquietudes. También el Colegio puede guiarlos en la dimensión ética del ejercicio profesional, área en la cual no siempre existe una buena preparación en los programas académicos. La mediación es una hermosa profesión que conlleva gran responsabilidad. Trabajamos con las personas en un momento de conflicto, en el cual las historias de vida, las emociones, los deseos, y las esperanzas se tejen en una compleja trama que debemos abordar. Puede ser que en algunas oportunidades no logremos mejorar la situación en la cual las personas llegan a la mediación, pero tenemos el deber de no empeorarla.
10.- ¿Según su experiencia cuales serían los cambios positivos que debiera tener la próxima licitación de los centros de Mediación Familiar en CHILE?
Hablar del modelo de externalización de los servicios de mediación familiar en Chile es complejo, ya que debiera referirme a varios aspectos que se podrían mejorar. Con todo, en esta oportunidad puedo mencionar que el aspecto más importante que debiera revisarse es el referido al sistema de pago a los entes licitados a objeto que la variable asociada al porcentaje de acuerdos no tuviera una incidencia en los fondos asignados a los centros. Este aspecto resulta determinante en el tipo de intervención que se realiza por parte de los mediadores, ya que genera una tensión entre los objetivos técnicos del proceso y la necesidad de producir un resultado de acuerdo en poco tiempo. En la medida que el presupuesto mensual que se entrega a los centros es más ajustado, como lo ha sido en muchas zonas en esta licitación, hay riesgo que el porcentaje de acuerdo sea un factor se subsistencia de los Centros, más que un incentivo.
11.- ¿Según su experiencia que le hace falta a Chile para que se conozca más mas sobre el proceso de MEDIACION como un mecanismo de resolución pacífica de conflictos?
La mediación lleva veinte años de desarrollo en Chile desde que se iniciaron las primeras experiencias y se han logrado importantes avances. Podemos mencionar la diversificación y especialización en distintos ámbitos de la conflictividad, su creciente proceso de institucionalización, la existencia de una oferta académica permanente de formación de mediadores, la recepción legal de la mediación como equivalente jurisdiccional en ciertas áreas, la existencia de órganos de supervisión y control, etc. Sin embargo, estimo que este proceso de desarrollo no ha ido acompañado del financiamiento de estrategias de difusión social que informen y eduquen a la población respecto de la mediación y sus ventajas en diferentes contextos.
Para que realmente hubiese una mayor recepción en la ciudadanía de la mediación como método preferente de resolución de conflictos, estimo que sería necesario instaurar en Chile una política pública transversal de mediación y diálogo, creando una Subsecretaría de Métodos Alternos de Resolución de Conflictos, que tendría que asumir un plan de desarrollo, expansión y difusión de la mediación y de otros métodos colaborativos, con la asignación de recursos suficientes para dar soporte técnico a los mediadores, calificar su competencias, certificar órganos formadores, apoyar experiencias innovadoras, promover el uso de los métodos alternos, educar a la población en la resolución pacífica de conflictos, instar por reformas legislativas, coordinar a los actores involucrados en los sistemas de mediación, etc. Este tipo de órgano existe en varios países de nuestra región, ¿Por qué en Chile no podría crearse?….. Soñar no cuesta nada.